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lunes, 26 de diciembre de 2011

Probando Unity

Hola a todos,

en esta ocasión me he decidido a hacer una prueba un poco más exhaustiva de lo que anteriormente había hecho respecto al entorno gráfico Unity. Como ya sabéis, es la apuesta de futuro de Canonical para Ubuntu, de cara a que, cuando más adelante entren en el mundo de las tablets, los miniportátiles y quién sabe si también en el de los smartphones, todos los sus dispositivos puedan tener un aspecto visual (e incluso un funcionamiento) similar.

Mi primer contacto con Unity fue bastante desalentador, cuando probé Ubuntu 11.04. La verdad es que apenas aguanté con él, para empezar porque estética y visualmente me pareció horripilante. Ya me producía rechazo la simple visión del escritorio clásico de Ubuntu, con su mezcla de colores negros y marrones. Además, me desagradaba bastante que la barra lateral de aplicaciones estuviese siempre presente, quitando todo ese espacio lateralmente. Y sin apenas opciones de configuración. Realmente, ahí Unity estaba en un estado muy provisional. Aunque, según he podido entender, se quiso lanzar ahí para que diese tiempo (dos versiones previas) para tenerlo listo para su lanzamiento ya como algo sólido y trabajado en la próxima LTS (versión de largo tiempo de soporte, utilizada en ámbitos más profesionales, publicada cada dos años), la versión 12.04. Por lo visto, esa fue la razón de su publicación en la versión 11.04.

En esta ocasión, quedo con otra impresión de dicha prueba.

En primer lugar, tengo que reconocer que probablemente sea Unity el entorno gráfico que mejor optimiza el tamaño de la pantalla; sobre todo por dos razones: primero, porque el panel lateral lanzador de aplicaciones se oculta cuando no se utiliza y basta con ponerse con el ratón en esa zona para que aparezca. Segundo, porque el panel superior de la ventana con sus menús y sus opciones, se incrusta en el panel principal de la sesión (por esa razón dicho panel ha de estar arriba y no abajo), y sólo se visualiza cuando nos ponemos con el puntero encima de dicho panel. Esto, en sistemas de portátiles y netbooks puede llegar a ser importantísimo.
Las posibilidades de configuración que ofrece Unity ya son mejores, al tener aplicaciones (actualmente vía ppa, eso sí) como myunity y como ubuntu tweak, que permiten un cierto grado de configurabilidad. Por ejemplo, yo he reducido el grosor de la barra lateral hasta el mínimo posible. También se puede seleccionar el grado de transparencia de ambos paneles, el lateral y el de arriba.
Al igual que en Gnome 3, la posibilidad de permutar entre aplicaciones con ALT-TAB funciona perfectamente, incluso aunque se encuentren en diferentes escritorios virtuales. También se activa el Dash -o búsqueda de archivos y/o aplicaciones- con sólo pulsar la tecla META (la que tiene dibujado el logo de windows). Echo de menos, eso sí, la posibilidad de tener otra cantidad de escritorios virtuales diferente de los cuatro que vienen por defecto.
También me parece positivo la posibilidad de sustituir el tema ambiance (como ya digo, no lo puedo soportar) por otros como el radiance (es un cambio como del blanco al negro, es pasar de no poder soportarlo a ver un entorno medianamente atractivo). Si os ocurre también eso, que os resulta insufrible el dichoso ambiance, probad con radiance; probablemente os sorprenda gratamente.  También os puede gustar el tema Adwaita, nativo de Gnome-shell.

Donde encuentro el punto más débil de Unity es a la hora de abrir aplicaciones que no tengamos en el panel lateral (en el que, por supuesto, podemos añadir y quitar todas las aplicaciones que nos parezca; si tenemos muchas, hará un efecto scroll para ir visualizándolas). Cuando usamos el dash (el botón de inicio en la parte superior del panel lateral) para abrir aplicaciones, podemos necesitar un gran número de pasos hasta llegar a nuestra aplicación, salvo que tecleemos su nombre en la búsqueda. También es un proceso farragoso el que necesitamos para ver todas las aplicaciones de que disponemos en un apartado concreto (como multimedia u oficina). Esto, por supuesto, no es ningún problema si hemos ubicado las aplicaciones de uso frecuente -y también otras no tan habituales- en el panel lanzador lateral.

En cuanto a rendimiento, en mi portátil Core2 Duo a 2.4 GHz y 4 GB de RAM, no se ve ningún ralentizamiento y ninguna otra deficiencia ¡faltaría más! Pero sí que se ve muy, muy torpe en otro equipo con algo menos de 900 MB de RAM y procesador AMD Athlon 64 3000+ (en este equipo Fedora 15 con Gnome 3 funcionaba perfectamente). Por lo que hace que no lo recomiende en absoluto para equipos con menos de 1 GB de RAM y sin procesadores duales.

En definitiva; lo considero recomendable e interesante si tenemos un laptop o netbook y nos importa aprovechar su pantalla al máximo. Eso sí, siempre que tenga una cierta potencia (mínimo 1 GB de RAM y procesador dual). También es interesante si nos sirve la configuración por defecto y no sentimos la necesidad de dejar el sistema "exactamente según nuestras preferencias". Para sistemas con pantallas grandes, considero Gnome-shell más adecuado e interesante; sobre todo ahora que empieza a disponer de un número ingente de extensiones (estilo Firefox) que nos van a permitir personalizar su uso de una manera importante.